Bueno bueno, nenica, quién te ha visto y quién te ve. Al llegar a España a casa de tus abuelos maternos hace semana y media apenas habías comenzado a fijar bien la vista y a mantener un contacto visual algo más prolongado, y justo por aquellas fechas habías comenzado a chuparte las manos. Es decir, habías empezado a estudiar el mundo que te rodea un poco más a fondo, a fijarte en las caras de la gente haciéndote payasadas variopintas y a familiarizarte con dos extremidades tremendamente complicadas de controlar pero de suma importancia para futuras faenas. Y nosotros tus papás, claro, embobaditos y orgullosísimos. Pues desde entonces no has parado. Has aprendido a agarrar cosas con las manos, vas por buen camino de controlar el movimiento de tus brazos y el otro día estado tendida en el suelo boca arriba, ¡te volviste tú sola de costado! Por no hablar de lo mucho que estás utilizando la voz y la boca para expresarte, haciendo sonidos cada vez más graciosos y casi inteligibles. ¡Prodigio de niña!
Jajaja, antes de ser madre no conseguía entender a aquellas de mis amigas mamás que a cada tontería se empeñan en informarnos por el Facebook de que su hijo Fulanito de tal ya sonríe (¿y si sólo son gases?) o de que su hija Menganita de cual ya agarra la cuchara ella toda solita. Ya digo, antes. Ahora no sólo las entiendo perfectamente sino que tengo ganas de mandarles a todas el enlace a este blog para que se enteren de tus hazañas. Lástima que no creo que el Traductor de Google me haga justicia.
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