domingo, 24 de febrero de 2013

Imágenes de invierno

Bueno, bueno, este ha sido el fin de semana perfecto. Le damos un diez redondo y en negrita, rodeado de corazones y soles sonrientes. Y es que ahí ya he revelado una palabra clave: sooolll. Sí señor, hoy a hecho un solazo ¡que da gusto! Tres semanas llevábamos con el cielo nublado día si, día también. Hay que joderse, tres semanas sin ver el sol. Por eso somos tan duros de roer aquí en el Norte, porque nos acostumbramos desde pequeños a aguantar el duro invierno este, el que nos ha tocado... 

Sábado: día nublado. Salimos a dar un paseíto con la pulkka, un minitrineo de plástico que te encanta, por uno de los bosquecillos que hay cerca de casa.

Estuvimos un buen rato en el bosque, yendo parriba pabajo con la pulkka, hasta que te cansaste y quisiste estirar las piernas.

Hoy domingo: sol, ¡por fin! Fuimos con la pulkka a un lugar bastante cercano con varias cuestas de nieve. Allí nos encontramos con Mónica y Pato, unos vecinos simpatiquísimos que hemos conocido hace poco y que son de Chile.
Subiendo la cuesta grande...

¡Y bajando, a mil por hora! La pulkka roja nos la dejaron los vecinos, la nuestra es azul.
Al volver a casa, después de pasarlo pipa en la nieve, estuviste súper animada y graciosa, y con unas ganas de comunicar y de hablar que no veas. Estás aprendiendo un montón de palabras ahora mismo, es emocionante ver cómo juntas dos y dos en tu cabecita linda y aprendes cosas nuevas. En poquísimo tiempo has aprendido a decir sol, sola, árbol y agua, ¡todas en castellano limpio! Lo cual quiere decir, ¿sabes qué? Pues que esto va a funcionar, cariño. Vamos, que la decisión de hablarte castellano no ha sido la metedura de pata del siglo ni nada por el estilo. Uf, ¡qué alivio!
WebRep
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martes, 12 de febrero de 2013

Febrero 2013

Febrero. Nieve, unos graditos bajo cero y días que se van alargando poquito a poco, minuto a minuto. Hoy haces un año y cuatro meses, tesoro. No sé cuánto mides ni cuánto pesas, pero una cosa está clarísima: ¡ya no eres un bebé! Lo digo con una nota de orgullo pero también con una chispa minúscula de recelo, de angustia casi, con la inseguridad de quien no sabe bien en qué se ha metido. Jeje. Decir que ser madre es difícil es como decir que en Finlandia nieva a veces. La diferencia entre tener un bebé, una cosita que necesita cuidados, cariño, comida y sueño y ya está, a tener una personita hecha y derecha que piensa, que se expresa, que pregunta, que lo copia todo y que tiene al mundo por delante, esa diferencia es enooorme. Y me encanta. Me encanta esta fase, como me han encantado todas las anteriores, sí. No, mentira: ¡esta me encanta todavía más!

Me encanta cómo a cada oportunidad te pones a subir y a bajar cualquier escalón que encuentres. Primero lo hacías gateando, luego cogiéndome de la mano o agarrándote a la barandilla, y ahora ya lo haces sin ningún tipo de ayuda ni apoyo, siempre que los escalones sean bajitos. Esa tenacidad que tienen los niños para practicar y practicar hasta conseguir algo es conmovedora. Te has empeñado en conseguirlo, ¡y lo has conseguido! Hasta me has inspirado a volver a ensayar con el piano, fíjate.

Otra cosa que me encanta es que, aunque todavía no digas más que unas palabras, entiendes todo lo que te decimos. Y eres tan lista para entender por dónde andan los tiros que más de una vez me he quedado boquiabierta. En cualquier situación basta con explicarte las cosas y decir por qué motivo se hace esto u otro, y tú nada, te atienes a lo que hay así, sin más.

Aquí estás, mi Julia trepadora, haciendo una de las dos cosas que te chiflan en los parques: subir la escalera al tobogán y bajar ¡a toda velocidad! La otra es columpiarse, cómo no.