Ja, ya sabía yo que esto de ser una mamá bloguera iba a ser un desafío. Me paso los días pensando siempre lo mismo: "leches, esto lo tengo que poner en el blog", pero a ver quién encuentra tiempo para sentarse a escribir teniendo un bebé de tres meses, una casa perpetuamente desordenada y un constipado que parece que no me lo quita ni Dios.
Pero ha sucedido, ¡me he sentado al ordenador! Ahora a ver qué tema elijo, a qué anécdota preciada dedico estos minutos tan valiosos... que ya se me están escapando escribiendo necedades sobre qué tema voy a elegir. Anda ya, cómo se nota que lo que debería hacer es meterme a la cama. Pero no, no me voy a rendir.
Porque resulta que ha ocurrido algo totalmente inesperado: te han salido los primeros dientes, Julia. Los primeros dientecillos, a los tres meses de edad. Nos hemos quedado boquiabiertos, nena. Ha sido tu padre el que los ha visto primero, y yo pensé que se había equivocado. Vamos, estuve por decirle que no cariño, eso es que las encías las tiene muy marcadas y casi parecen dientes, pero que para eso todavia falta mucho. Luego te metí la punta del dedo índice en la boca y tuve que darle la razón. ¡Dos minúsculas puntitas de diente en la mandíbula inferior! Cuando lo he comentado por el Facebook, una amiga mía me ha contado que a su hija de nueve meses todavía no le han salido. Si es que eres un prodigio de niña, ya lo he dicho yo. A ver cuál va a ser la siguiente sorpresa...
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