Lunes, día veintitres de enero. Hoy es un día de esos que parece que no se hayan inventado los colores. Todo está cubierto de nieve, pero ya no es una nieve virgen sino que presenta un aspecto un tanto gastado y ensuciado. El cielo es del mismo color, un blanco grisáceo que quita las ganas de sonreír y, lo que es peor, de salir. Para ponerse el abrigo y las botas y asomar la nariz por la puerta hay que poner empeño y hacerlo por pura obligación, que se sabe muy bien que a la larga no es nada saludable andar todo el día por casa arrastrando el polvo. Además me he dado cuenta de que no tengo planes para quedar con nadie en toda la semana. Malo, malo. Ale, a espabilarse y a por el teléfono.
Lo primero, voy a apuntarme a un grupo de gimnasia para mamás y bebés que dan los jueves a las diez de la mañana en Arbis (lo he googleado y la traducción al español es algo así como "instituto municipal de educación de adultos"). También me he apuntado a un grupo de rítmica para bebés que comienza el mes que viene y que también es a las diez de la mañana, pero los viernes. Además habría que apuntarse a natación para bebés y padres los sábados por la mañana. Uf, ya me estoy estresando. Mejor nos lo tomamos con calma, ¿eh?
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