sábado, 2 de noviembre de 2013

Dos años y poquito

De marzo a noviembre, damos un salto de ocho meses, hopla! El mes pasado cumpliste los dos años, y llegada a esa edad tan avanzada has empezado a ganarte un territorio de inmensa importancia: la comunicación verbal con tu entorno. Que ya hablas, vamos. ¡Pero a qué poco me sabe decirlo así, a secas! Que si habla, la niña. Eso es como decir que tu papá se defiende medio bien en la cocina, o que a tu mamá no le hace asco cantar de vez en cuando. En tu caso, más que de hablar, se trata de una explosión. Una avalancha diaria de ideas y pensamientos, canciones y letras, juegos e historias... cogidas de tus libros y series favoritas, o inventadas. No digo que siempre te hagas entender a la perfección, ni mucho menos. Pero eso no te detiene, qué va. Si no te entendemos en un idioma cambias a otro, o te explicas con gestos o con otras palabras que tengan que ver con el asunto. Y funciona. Eso de que te expreses en los dos idiomas, además, es un orgullo y un alivio tremendo para tu mamá que desde que naciste vive medio obsesionada con interpretarte el mundo en castellano.

De hoy, voy a contar una escenita de las domésticas y entrañables: Mediodía de sábado, unos momentos antes de comer. Estamos jugando con tus trenecitos de ésos de Brio. Le das a uno de los botones de la locomotora y ésta se pone en marcha, emitiendo bufidos, traqueteos y silbatos típicos. Menuda sorpresa, ni yo me había dado cuenta de que la locomotora funciona con pilas. Genial, oye. A tí la locomotora que va sola te hace una ilusión tremenda, vamos, se te ilumina toda la cara y se te alborota todo el cuerpo. De un momento a otro parece que te van a salir alas y que vas a remontar en vuelo, alegría de mi vida. Te pones a correr de aquí para allá y cantas "¡ten cuchucú, cuchucú, cuchucú, tooo ía!" Jaja, enseguida reconozco la canción y me uno a tí: "El tren del abuelo hace chu-cu-chú, chu-cu-chú, chu-cu-chú, todo el día. ¡De Pepa Pig! La segunda estrofa: "ditos boing boing boing, too ía". Osea: "Los cerditos en el tren hacen oink, oink, oink, todo el día". Tu papá y yo nos partimos de la risa, qué bueno.

Tienes unas cosas, de verdad. A cada rato nos haces sonreír con tus ocurrencias, y más de una vez llegamos a la carcajada abierta. Cielo, tesoro, peaso pan, amor de mi alma.

Venga, aquí van unas fotos:

Cumpleañeraaa

Un bonito paseo otoñal...

...que acabó en siesta improvisada (la normal no la quisiste dormir).

domingo, 10 de marzo de 2013

Marzo marzuelo, un día malo y otro bueno

Ha llegado el domingo de nuevo, tan soleado como el anterior. Entre domingos hemos tenido de todo: nieve, granizo, aguanieve, nublado, soleado... ¡Pero viva la bendita luz del mes de marzo! El sol no sólo esta tibio sino que calienta de verdad, y los mantos de nieve poco a poco se deshacen en manchas cada vez más grandes de tierra parda y asfalto. ¡Así da gusto! O daria gusto, si estuvieramos en condiciones de salir de casa. Pero mi Juliatertulia está malita y con fiebre, y el papá también está pachuchillo. A tu mamá le toca armarse de paciencia y cariño... Menos mal que la peor calentura ya se te ha bajado.

Ayer te quedaste dormida en mis brazos una hora antes de la hora normal de acostarse, y dormiste catorce horas y media seguidas. Ni que decir tiene que a tu papá y a mí no nos importó nada quedarnos un domingo por la mañana remoloneando en la cama hasta las tantas...  ¡que en nuestro caso, las ocho y media de verdad que son las tantas! Normalmente nos levantamos a las siete en punto todos los días, toditos. La única excepción es que los fines de semana tu papá y yo nos turnamos en dejar al otro quedarse en la cama un rato más, para descansar y recobrar energías. Ayer le tocaba a tu padre el lujo, osea que tú y yo nos tomamos el desayuno en la cocina y vimos un capítulo de la Abeja Maya juntas. Al notar que ya eran las ocho y media quise ir a despertarle pero tú, que no querías que se acabara el lujo de estar sola con mamá, negaste con la cabeza y llevaste el dedito índice a los labios haciendo "sshhh". Anda qué rápido aprendes todos mis gestos, jijiji.

Aquí vemos a la señorita Gräsbeck de paseo el domingo pasado, estrenando sus gafas de sol (compradas en Torrevieja hace un año y perdidas en el cajón hasta ahora porque no había quien lograra que te las dejaras puestas).

Pacha, colega. 

domingo, 24 de febrero de 2013

Imágenes de invierno

Bueno, bueno, este ha sido el fin de semana perfecto. Le damos un diez redondo y en negrita, rodeado de corazones y soles sonrientes. Y es que ahí ya he revelado una palabra clave: sooolll. Sí señor, hoy a hecho un solazo ¡que da gusto! Tres semanas llevábamos con el cielo nublado día si, día también. Hay que joderse, tres semanas sin ver el sol. Por eso somos tan duros de roer aquí en el Norte, porque nos acostumbramos desde pequeños a aguantar el duro invierno este, el que nos ha tocado... 

Sábado: día nublado. Salimos a dar un paseíto con la pulkka, un minitrineo de plástico que te encanta, por uno de los bosquecillos que hay cerca de casa.

Estuvimos un buen rato en el bosque, yendo parriba pabajo con la pulkka, hasta que te cansaste y quisiste estirar las piernas.

Hoy domingo: sol, ¡por fin! Fuimos con la pulkka a un lugar bastante cercano con varias cuestas de nieve. Allí nos encontramos con Mónica y Pato, unos vecinos simpatiquísimos que hemos conocido hace poco y que son de Chile.
Subiendo la cuesta grande...

¡Y bajando, a mil por hora! La pulkka roja nos la dejaron los vecinos, la nuestra es azul.
Al volver a casa, después de pasarlo pipa en la nieve, estuviste súper animada y graciosa, y con unas ganas de comunicar y de hablar que no veas. Estás aprendiendo un montón de palabras ahora mismo, es emocionante ver cómo juntas dos y dos en tu cabecita linda y aprendes cosas nuevas. En poquísimo tiempo has aprendido a decir sol, sola, árbol y agua, ¡todas en castellano limpio! Lo cual quiere decir, ¿sabes qué? Pues que esto va a funcionar, cariño. Vamos, que la decisión de hablarte castellano no ha sido la metedura de pata del siglo ni nada por el estilo. Uf, ¡qué alivio!
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martes, 12 de febrero de 2013

Febrero 2013

Febrero. Nieve, unos graditos bajo cero y días que se van alargando poquito a poco, minuto a minuto. Hoy haces un año y cuatro meses, tesoro. No sé cuánto mides ni cuánto pesas, pero una cosa está clarísima: ¡ya no eres un bebé! Lo digo con una nota de orgullo pero también con una chispa minúscula de recelo, de angustia casi, con la inseguridad de quien no sabe bien en qué se ha metido. Jeje. Decir que ser madre es difícil es como decir que en Finlandia nieva a veces. La diferencia entre tener un bebé, una cosita que necesita cuidados, cariño, comida y sueño y ya está, a tener una personita hecha y derecha que piensa, que se expresa, que pregunta, que lo copia todo y que tiene al mundo por delante, esa diferencia es enooorme. Y me encanta. Me encanta esta fase, como me han encantado todas las anteriores, sí. No, mentira: ¡esta me encanta todavía más!

Me encanta cómo a cada oportunidad te pones a subir y a bajar cualquier escalón que encuentres. Primero lo hacías gateando, luego cogiéndome de la mano o agarrándote a la barandilla, y ahora ya lo haces sin ningún tipo de ayuda ni apoyo, siempre que los escalones sean bajitos. Esa tenacidad que tienen los niños para practicar y practicar hasta conseguir algo es conmovedora. Te has empeñado en conseguirlo, ¡y lo has conseguido! Hasta me has inspirado a volver a ensayar con el piano, fíjate.

Otra cosa que me encanta es que, aunque todavía no digas más que unas palabras, entiendes todo lo que te decimos. Y eres tan lista para entender por dónde andan los tiros que más de una vez me he quedado boquiabierta. En cualquier situación basta con explicarte las cosas y decir por qué motivo se hace esto u otro, y tú nada, te atienes a lo que hay así, sin más.

Aquí estás, mi Julia trepadora, haciendo una de las dos cosas que te chiflan en los parques: subir la escalera al tobogán y bajar ¡a toda velocidad! La otra es columpiarse, cómo no.




sábado, 29 de diciembre de 2012

De juegos y risas

Nos quedan dos días de 2012, nena. Estoy intentando hacer el recuento de lo que ha pasado este año y aunque me parece que sus doce meses han pasado con velocidad supersónica, como siempre, también es verdad que el año ha estado tan lleno de vivencias y experiencias que podrían ser dos en vez de uno. Por ejemplo, en este período relativamente corto de tiempo has aprendido una cantidad alucinante de cosas. Entre otras cosas a reconocer un montón de palabras, a andar y a corretear, a sentarte sola al orinal, a subirte a las sillas y a jugar a la pelota. Has empezado a usar tus manos para agarrar, pinchar, apretar, saludar, jugar, acariciar, tirar, lanzar, comer, hacer palmas y muchas cosas más. Has demostrado tener sentido del humor, como cuando vienes a escondernos algún objeto debajo de la ropa a modo de broma. ¡Y nosotros siempre te seguimos la corriente, claro! Vamos, nena casi quincemesina, me tienes alucinada y orgullosísima.

Tengo que contar una anécdota de hoy, aunque sólo sea resumirla en unas palabras para acordarme más tarde, porque ha sido uno de los momentos más mágicos del año. Resulta que estamos pasando las Navidades y Año Nuevo en casa de tus abuelos de Torrevieja, osea mis padres. Esta tarde te estábamos dando un baño papá y yo, o más bien estábamos los tres jugando a lo lindo con tus juguetes de agua, cuando tú, entre risas y chillidos, te agachaste a beber del agua de baño y nosotros a negar y a hacer gestos de asco con la lengua. ¡Uy, qué juego más divertido! En un plis estábamos todos haciendo pedorretas y otros ruidos varios, todos muy maleducados, para tu grandísimo deleite. Ay esas risas y esos chillidos, qué ricos y qué contagiosos!

jueves, 25 de octubre de 2012

¡Tus primeros pasitos!

Ayer, miércoles día 24 de octubre de 2012, al contar un año y algo más de una semana, diste cuatro pasitos tú sola en la cocina. Ay, ¡me dan ganas de escribirlo con letras mayúsculas, subrayado y con colorines! Cuando tengas hijos lo entenderás, amor. Ver a tu tesoro, a tu churricurri, a tu ranita que hace nada era así de pequeñita dar sus primeros pasitos hacia tí... es algo intensamente emocionante. Aunque la emoción, realmente, se siente después. Cuando sucede, todo pasa tan rápido... Fueron dos segunditos de inmenso coraje que se reflejaron en tu mirada, acompañados de confianza y la certeza de que yo estaba ahí para cogerte si te caías. Te lo digo yo, esos segunditos y esa mirada me llenaron el alma de un nosequé místico. Me sentí parte significante del universo, o algo. Fue grande, muy grande.

Esta mañana tu padre te ha llevado al consultorio para hacerte el control de los doce meses, algo tarde, y para que te dieran las vacunas correspondientes. Mientras te pinchaban, pobrecita, yo estuve grabando un villancico finlandés recién compuesto con uno de mis coros, y luego fui al conservatorio de música donde estoy ahora mismo, esperando a que empiece la clase con mi profesor de canto. Esta tarde tenemos ensayo con el grupo de música antigua, osea que no te voy a ver en todo el día. Estos días que son solo míos a a la vez me dan aire y me comprimen las entrañas por no poder estar contigo, sol.

martes, 17 de julio de 2012

Nueve meses dentro, nueve meses fuera

Ay, Julia mi ranita preciosa, cómo pasa el tiempo. Estamos a diecesiete de julio, osea que acabas de cumplir los nueve meses. Ya no eres un bebé hija mía, y por muchos achuchones que te de, y por mucho que te huela el pelo con los ojos cerrados, nunca lo volverás a ser. Ya te veo cargando con la mochila y despidiéndote para ir al cole... ¡ay quita, quita! Ese día ya llegará pero hasta que llegue... bueno, se me olvida que vas a empezar la guardería a mediados de agosto. Y buena falta que te hace, que tú lo que necesitas es estar con otros niños, jugar con ellos, aprender a esperar tu turno y a compartir los juguetes, en fin, todas esas cosas que son importantes para el desarrollo de las personas.

Hablando de desarrollo... tengo que contar una cosa que para mí como madre ha sido muy grande. Ayer diste un paso clave en tu camino hacia una vida independente, una vida que, si bien todavía está lejana, se nos acerca con paso firme y decidido. ¿Que qué hiciste? Pues algo que no es nada espectacular pero sí importante. Vamos, a mí se me hinchó el pecho de orgullo y, a la vez, se me encogió el corazón. Ahí va: cogiste el biberón con las dos manos, te lo llevaste a la boca y lo inclinaste hasta que la tetina se llenara de leche. Es decir, bebiste del biberón tú sola, sin ayuda de nadie, por primera vez. De aquí a que aprendas a comer con cuchara es cuestión de meses. No te voy a negar que supone cierto alivio para tus padres, pero es un alivio con un toque amargo porque es una cosa menos en la que dependes de nosotros. ¿Cómo explicar que algo que produce tanto orgullo, tanta dicha, a la vez se siente como una punzada en las entrañas? No hay remedio, es lo que hay. Suerte que tú no tengas que preocuparte por eso. Tu destino en esta vida, amor mío, es ser libre, fuerte, sabia, formidable. Y lo serás.