Ayer, miércoles día 24 de octubre de 2012, al contar un año y algo más de una semana, diste cuatro pasitos tú sola en la cocina. Ay, ¡me dan ganas de escribirlo con letras mayúsculas, subrayado y con colorines! Cuando tengas hijos lo entenderás, amor. Ver a tu tesoro, a tu churricurri, a tu ranita que hace nada era así de pequeñita dar sus primeros pasitos hacia tí... es algo intensamente emocionante. Aunque la emoción, realmente, se siente después. Cuando sucede, todo pasa tan rápido... Fueron dos segunditos de inmenso coraje que se reflejaron en tu mirada, acompañados de confianza y la certeza de que yo estaba ahí para cogerte si te caías. Te lo digo yo, esos segunditos y esa mirada me llenaron el alma de un nosequé místico. Me sentí parte significante del universo, o algo. Fue grande, muy grande.
Esta mañana tu padre te ha llevado al consultorio para hacerte el control de los doce meses, algo tarde, y para que te dieran las vacunas correspondientes. Mientras te pinchaban, pobrecita, yo estuve grabando un villancico finlandés recién compuesto con uno de mis coros, y luego fui al conservatorio de música donde estoy ahora mismo, esperando a que empiece la clase con mi profesor de canto. Esta tarde tenemos ensayo con el grupo de música antigua, osea que no te voy a ver en todo el día. Estos días que son solo míos a a la vez me dan aire y me comprimen las entrañas por no poder estar contigo, sol.
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