¿Eo eooo...? Nada, sigues dormida como una marmota. Ya hace más de hora y media desde que te puse el mono de invierno, te metí en el capazo bajo una manta y te saqué al balcón a dormir. Jeje, siempre que te pongo el mono y te meto el chupete en la boca pienso en Maggie Simpson, el bebé de la familia de dibujos animados de color amarillo. Es que cuando tienes el mono tan gordo puesto, que te deja los brazos en cruz y las piernas estiradas, sois igualitas. Como dos gotas de agua. No, tu madre no está ni ciega ni enajenada, lo que pasa es que a veces le sobra imaginación. Y ve demasiada tele.
Hablando de lo de dormir fuera, tengo la sensación de que en España me apedrerían por mala madre y por loca si se enterasen de que te saco a dormir a temperaturas heladas. Sea como fuere, aquí en Finlandia es lo que se acostumbra a hacer. Si vieran qué bien duermes y qué sueño tan profundo logras. Das envidia. Hale, otro bostezo... tu mamá está un poco malita otra vez, y cansadita. Y eso que tu padre se ha hecho cargo de las dos últimas noches. Ya no comes por la noche, pero se te suele perder el chupete una o dos veces por noche. O tres, o cuatro, o nueve. Esta noche me toca a mí. Sé buena, corazón.